Bajoo colchón o llave, tienen el resguardo de ojos y bocas siendo bebés en su capazo provisional, donde han de estar, aguardando su propia evolución y crecimiento. Es la misma vida que brota, se reproduce y sin morir, se transforma.
Y desde hace tiempo, acunándolas, mis bellas y dulces criaturas, respetan y aguardan mis movimientos. Me observan...
Me enseñan...
Me aman...
Las adorno con colores, esta mañana las arrullo en un gris blando de cascabeles y mirándome, me abren sus boquitas para que las alimente, qué hermosas sois, les digo.
Si estáis bien, yo también.
Y me miran, igual que los animalillos, con códigos de amor.
Me emociono y con suavidad, acaricio como puedo, a veces les soplo con la ligereza de un plumón recién despedido del cuerpo caliente de un polluelo.
Me emociono y con suavidad, acaricio como puedo, a veces les soplo con la ligereza de un plumón recién despedido del cuerpo caliente de un polluelo.
Busco el CD de nanas de mi querido hijo y te las pongo...
Te saco de mí y te recuesto en mi cama, en el sillón, en la sillita de playa...