Qué puñalada averiguar que aquel abril iba conducida por la desesperación y pretendía huir de mi presente.
El Stop a ese deseo lo hicieron las palabras justas de ella, maestra y madre adoptiva, mis ataques de pánico que gritaron lo que yo no estaba preparada para asumir, y el NO de él, que me dejó en el ya conocido sentimiento de humillación y traición.
Se fue y luego, nunca jamás fue igual.
Lo vivo ahora como la fuerza motora del riesgo para no perderme ni nada de ti ni nada de mí...aunque después, tras años de volver a arriesgarme, espoleando mi cuerpo salvaje, comprendo que mejor parar a tiempo, aunque la frenada me lanzó de bruces contra el mismo suelo.
Me levanté cuando pude y averigüé lo ridículo de estar ahí con el cielo enorme que me rodeaba...y entonces, vi lo que había hecho al sujetar mis pies en seco: reconfigurarme, al igual que un reset.